México es un país de dualidades. Y a veces, en ese juego de ambivalencias, usamos la misma palabra para describir dos cosas diametralmente opuestas. Por ejemplo, si decimos “ya chingó” quiere decir que le fue muy bien en algo; pero sí en cambio decimos “ya se chingó”, queremos expresar exactamente lo contrario.
De la misma manera, la expresión “perra suerte” es tanto una manera de vocalizar la frustración ante un infortunio, como también puede entenderse como un síntoma de envidia hacia la buena situación de otra persona, como en: “¡Qué perra suerte tiene ese!”.
Así, Perra Suerte viene a sintetizar este contraste profundo que constituye la columna vertebral de nuestra mexicanidad; la complejidad y dualidad de nuestra cultura: celebración y tragedia, felicidad y amargura, comedia y drama, vida y muerte… una vida dura y algo de buena suerte.